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El verdadero premio

Old lady is reading a book in the bath tub

Hay quien piensa que los premios no significan nada. Hay quien los colecciona y los exhibe como trofeos. Hay quien los sobrevalora y hay quien los rechaza. No soy un experto en la materia pero sé que un premio no es algo que te sucede todos los días. 

Al principio, cuando recibes la llamada, piensas que es una broma o un error. Después, alguien muy amable al otro lado del teléfono te intenta convencer de que no hay equivocación alguna mientras tú tartamudeas. Pero es real y te está pasando. 

El caso es que nos han dado un premio muy hermoso: El Premio Nacional de Fomento de la Lectura. Es hermoso por lo que significa: distinguir una labor tan  invisible como acompañar o invitar a la lectura. Borges decía que el verbo leer no soporta el modo imperativo, como no lo soportan tampoco los verbos amar o soñar. No existe un botón mágico para fomentar la lectura. No hay una fórmula secreta. No puedes encañonar con un libro a alguien para que lea. Invitar a leer es hermoso. Y que exista un premio que lo reconozca también lo es. Es lo que intentamos desde Atrapavientos, una organización pequeña y humilde, que nació en Zaragoza y a la que se han ido sumando personas maravillosas que aman las palabras y las historias. 

Si tuviera que mencionar uno de los cursos que hemos impartido más veces a lo largo de todos estos años sería, sin duda, el taller de escritura de recuerdos. Está basado en esos maravillosos “Me acuerdo” de Brainard o de Perec y que han inspirado después tantos homenajes literarios.

La fórmula es sencilla: me acuerdo del primer taller de escritura creativa que impartí. Por ejemplo. O también: me acuerdo de la joven que se puso a llorar en un instituto de Huesca mientras leía sus propios recuerdos.

Un recuerdo lleva a otro recuerdo. 

Me acuerdo de la primera sesión de Magia en los Libros con Pedro Tercero en una biblioteca de Zaragoza. Me acuerdo de nuestro primer evento literario y que se llamó Envuelto para Relato. De esa reunión creativa surgieron varios proyectos culturales en la ciudad que todavía siguen vivos y deseamos que por mucho tiempo. Me acuerdo de la niña zaragozana que pudo cumplir el sueño de montar a caballo al atardecer gracias a una de nuestras iniciativas más especiales: Cuentos al Viento. Me acuerdo de otra adolescente que sostenía que la literatura le salvó la vida. O aquella otra que, gracias a la escritura, confesó que un miembro de su familia abusaba de ella. Se refería a él como el Monstruo. Aquella adolescente encontró en la literatura una forma de gritar al mundo lo que no se hubiese atrevido a contar antes. La escritura como arma para expresarse, para protestar, para denunciar. Me acuerdo muchísimas veces de esa adolescente y de su Monstruo. 

Me acuerdo del Hospital Infantil de Zaragoza, me acuerdo de las sesiones en la planta de oncología, me acuerdo de la alegría que se llevó Leonor cuando pudo comprobar que, una de esas tardes, su sesión de rehabilitación había sido sustituida por una de escritura de cuentos. Me acuerdo de los talleres de creación de superhéroes y que los superhéroes, para esos niños y esas niñas, eran los médicos, las enfermeras, sus familiares. 

Me acuerdo de todas las sesiones de escritura que se han celebrado en los colegios de Atades y en la felicidad que sobrevolaba esas sesiones. Me acuerdo de las presentaciones de los libros de Fundat y de cómo se sentían las chicas y chicos ese día. Me acuerdo de la primera vez que descubrimos la magia que tiene escribir una historia en papel plantable para ver cómo “crece” días después. Me acuerdo de los primeros intercambios de Libros que Importan en Zaragoza. Me acuerdo de Montse, que intercambió el último libro que leyó antes de perder la vista. Me acuerdo de la peor campaña de escritura creativa del mundo que nunca nos funcionó. Y de eso se trata, de equivocarse también.

Me acuerdo de la emoción de una adolescente cuando nos cuenta la trama de su novela por primera vez. Esa adolescente, a veces, sufre de acoso escolar porque en clase es la chica rara que lee y escribe. Pero una vez que se encuentra con sus compañeras en el grupo de escritura, ya no se siente rara ni extraña. Sabe que ese es el lugar al que regresar. Me acuerdo de México, claro, y de aquel maravilloso viaje invitados por el Centro Cultural de España en México. Me acuerdo de Casablanca y de Estocolmo. Me acuerdo de todas y cada una de las personas que pertenecéis a la familia de Atrapavientos. Estoy seguro de que sabéis quiénes sois. 

Desde entonces, más de 30.200 personas habéis participado en alguna de nuestras iniciativas: en algunas ocasiones fuisteis cientos de personas en un mismo día, en otras, apenas dos o tres; pero a nosotros nos parece que merece la pena en cualquiera de los casos. 

Confieso que este reconocimiento ha llegado en un momento especial porque, con frecuencia, asoman las dudas y el cansancio. El premio tampoco garantiza la continuidad de Atrapavientos. Las iniciativas culturales no se alimentan solo de entusiasmo; necesitan ser sostenibles en el tiempo, necesitan apoyos y sumar esfuerzos entre quienes perseguimos el mismo fin: acercar la literatura a las personas. La buena noticia es que, a partir del próximo año, este Premio Nacional de Fomento de la Lectura dejará de ser honorífico y tendrá una dotación económica importante que servirá, seguro, para aportar algunos de esos recursos tan necesarios para que otras organizaciones como la nuestra puedan perdurar en el tiempo.  

Ahora sabemos que aunque el verdadero premio es todo el cariño que hemos recibido, las muestras sinceras de alegría y los mensajes de apoyo incondicional, el Premio Nacional servirá de empujón para que sigamos persistiendo cuando se apaguen las luces de la fiesta y el bullicio de la celebración. 

Ahí va nuestro reto para los próximos años: seguiremos intentando superar los obstáculos, lo seguiremos haciendo desde Zaragoza, enamorados hasta las trancas de los libros y las palabras. Rendidos de amor por todas y cada una de las personas que leéis e invitáis a leer. 

Lo que hacemos no se mide por el número de seguidores o de likes, no somos famosos y nadie nos para por la calle. No somos tendencia, no somos superventas ni acumulamos grandes éxitos comerciales. No estamos de moda ni llenamos estadios de fútbol. Lo que hacemos nos encanta y es importante. Y lo vamos a seguir haciendo mientras podamos. 

Así que nos quedamos con el Premio. 

4 comentarios

  1. Loo dice:

    Mis hijos aman más la lectura y son capaces de ir más allá de las simples palabras a través de la emoción, la curiosidad y el respeto gracias a Maria José! Un premio muy merecido!

  2. Lorena Carreón García dice:

    ¡Muchas felicidades!
    Tuve fortuna de conocerles en México, parte de su proyecto.
    Muy merecido reconocimiento.

  3. Ana Graciela González González dice:

    Acá en México estamos felices de tenerlos como amigos, maestros y cómplices del mismo mal: desear un mundo dónde las historias nos unen. Éxito total, lo han logrado. Y agradecida de ser uno de los hilos que no se rompen ni olvidan sus ideas y acciones. No será fácil, nunca lo ha sido, pero aún así han llegado lejos y eso es una gran recompensa. Felicidades a todos los integrantes de tan hermoso proyecto.

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