Compartimos las cartas ganadoras de la primera edición del concurso de cartas de RecoLectores. Esta la envió Saúl Ramos Fernández desde Almonacid de Toledo (Toledo).
Para Vero:
Admirar es un verbo curioso, ya que no solo implica fijarse detenidamente en algo o alguien, sino que también conlleva hacerlo con una estimación especial hacia algo extraordinario.
Reconozco que, aunque no vivo muy lejos de Mascaraque, hasta el nacimiento de Omar no había prestado la debida atención a esta pequeña localidad.
Durante la pandemia, o al menos durante algunos meses, nos animábamos unos a otros bajo el lema «saldremos mejores». Incluso aplaudíamos a los profesionales médicos por su esfuerzo y dedicación en la peor crisis que hemos enfrentado.
Y aunque la memoria es corta y el mundo continúa en constante cambio, considero que Mascaraque hizo y sigue haciendo las cosas bien. Por ello creo que merece seguir recibiendo reconocimiento, aunque sea a través de una simple carta.
Es admirable que hayan mantenido abierto el colegio a pesar de contar con un solo niño, simplemente por el hecho de garantizar su acceso a la educación y a esos valiosos libros que cultivan nuestros intereses y aficiones. Gracias a ese esfuerzo, hoy ya son quince los niños que aprenden y crecen en un entorno seguro, llenos de diversión y cultura.
Asimismo, resulta admirable que una localidad con poco más de 400 habitantes cuente con una biblioteca tan valiosa, activa y divulgativa. La cual puede presumir de ser tan grande o más que otras ubicadas en grandes ciudades, gracias a su tesón y su dedicación.
Es digno de elogio cómo este edificio se ha convertido en el punto neurálgico de la comunidad, ya no es solo un lugar donde se prestan libros, sino también un espacio para presentaciones, talleres, proyecciones, rincón de estudio y prácticamente cualquier actividad cultural.
También es admirable el carácter casi quijotesco de Vero, su bibliotecaria, y su esfuerzo constante por proponer actividades y eventos que están devolviendo a esta comarca el valor cultural e histórico que en su día tuvo, y que, por culpa de las crisis económicas y el envejecimiento de la población, casi se había olvidado.
Es admirable cómo desde una pequeña biblioteca de pueblo se han organizado dos jornadas históricas ―y ojalá sean muchas más― que recrean los orígenes comuneros de la localidad.
Estas jornadas han logrado implicar a toda la comunidad para dar lo mejor de sí, gracias a pequeños gestos. Es increíble cómo, a pesar de la falta de presupuesto, con el aporte de telas, botellas, lonas, ropa y otros materiales, han podido salir adelante con cariño y talento.
Todo esto ha sido posible gracias a ese pequeño gesto de decidir que un solo niño no se quedara sin acceso a esos tan necesarios libros, que alimentan la mente y, en ocasiones, también el alma.
Con profunda admiración y cariño,
Saúl